Wednesday, September 05, 2007

Acontecer (como el periódico: matinal)

Miércoles 5 de Septiembre de 2007

Estoy de nuevo en Paris con una postergada incertidumbre que la droga del presente (una cama con sabanas limpias, un techo, la barriga llena de carne gordísima, amigos, etc.), pone tan lejos de mi como el fondo de una copa de vino. Tengo un plazo por cumplir. Hoy desperté en el departamento de Hugo muy temprano por la mañana y escuche a Sebastián prepararse para el colegio. Luego vino a preguntar, por orden de Hugo si estaba ya despierto. Ni siquiera desayuné y Hugo no paro de hablar de sus responsabilidades incluso en el trayecto de su casa a Chatelet donde me dejó como si dejara un problema. Caminé y comenzó la lluvia, caminé por detrás de Notre Dame y volví al metro. estaba en Cite, por fuera del departamento de policía.
Había perdido mi pasaporte en Amberes y dinero lo cual me ponía en desventaja con respecto a mis propios planes o mas bien a cualquier visitante promedio. Espere bajo la lluvia y camine de nuevo por donde camine mi primer día en Paris (aunque para ser exactos, creo que eso todavía no pasa) viendo libros y reconstruyendo-deconstruyendo-construyendo. No recuerdo bien a bien cuanto paso entre que me dejo Hugo a las ocho de la mañana y llegue al gare del norte. Pero llegué y decidido, compre un boleto Paris-Londres-Paris, con mis únicos cien euros. Viajaría el sábado (eso fue el lunes). Cinco días de nada -pensé. De vacío, de incertidumbre. Tome asiento y bocanadas de humo de mi ultima porción de tabaco. Había perdido mi tripié y una de mis tres pelotitas para hacer malabares. Fume deliciosas bocanadas de humo mientras llovía. Pensaba en el futuro, en el futuro de cinco días. Tenia once euros en los bolsillos. Regrese al metro y espere, nervioso, con mi equipaje a que alguien abriera la puerta de salida; parado frente a la cámara con mi libro de lonely planet y mi back pack en la espalda, todo lo que yo era en ese momento estaba allí parado en ese momento y por fin después de un francés mal encarado entré por la puerta de salida. Volví (un poco por inercia, un poco por pasear, tenia mucho tiempo libre) a Cite y creo que hora sí caminé por donde pasé al llegar a Paris por primera vez. Encontré una oficina postal y dubitativo (si creo que hay un pecado, debe ser ese) pregunte por estampillas.
Me remitieron a una maquina y le envié una postal hecha por mi mismo a Paula, una foto de la tumba de Cortazar. Al salir deposite en el buzón la postal y camine, un poco a la derecha un poco a la izquierda, sin saber del todo a donde ir. Entonces la vi pasar: sobre un hombro azul de estambre un librero portátil de librerías Gandhi. Sonreí y dije hola. Ella respondió en absoluto mexicano (quiero decir, respondió la dueña del hombro y el librero). Era una chica con ropa chiapaneca, delgada, ojos grandes, morena, guapa y sonriente. Caminamos:
"y tu que haces en Paris""ah, y tu?"
Etc... Nos invitamos a tomar café. Estudiaba un postgrado y tenia una año y medio viviendo en Paris, con su novio: "y tu?" "de paso nomas" " y pa donde vas" "pa Londres" "y que estudias" "pues filos" "yo tengo una amigo que estudio filos" "¿y como se llama?" "no pues tal" "a poco él" "sí" pues es mi cuate" "ah, como que ya te conocía" "ahh, si, fue en la casa abandonada de callejón del aguacate" "ah, que onda, como te ha ido" "¿y tu amiga, así y así?" "¡sí sí, así y así!" "fue como en el 2003, no?" "pues por ay..."

3 comments:

Laia Jufresa said...

mind the tac...

feliz londres!

Anarcomística citadina said...

1-6-4???

Valdemar Ramírez: said...

De pronto no es difícil creer en los encuentros literarios (no me refiero a esos actos solemnes, sino a los encuentros lector-autor).

Gracias de nuevo.