“Nous massacrerons les révoltes logiques”
A Rimbaud
Desde la más adelantada de todas las A
y desde la Z más arrastrada de la lengua
el viento viene girando calmo
y dispone sobre los órdenes
una nueva pregunta ingenua.
Gira el centro magnético de la tierra,
nos hace voltear la cara.
Las lechugas se divierten tejiendo orlas de viento a grandes velocidades,
los árboles se toman en serio su papel de vigilantes,
gritan a todas voces:
“Qu’il vienne, qu’il vienne,
Le temps dont on s’éprenne”.
las vírgenes comen mariscos
y los santos se embriagan con mezcal en las esquinas.
Un sabio tira las cenizas de su cigarrillo sobre su libro
y las luciérnagas iluminan el agua por dentro.
“Hemos tenido a bien documentar la escena”,
dice un ciego encendiendo una linterna.
El violador madruga
para mirar entre los niños del colegio
a su posible crío.
El gobernante se quita la mascara
y con ello desnuda al pueblo
y el pueblo entero sonríe al viento
y se funde con el medio día.
París huele a Spree
y Berlín a olivos
Sevilla huele a dinero
e Italia a indigentes y exconvictos.
De entre las rocas fluye el agua
y no hay Moisés que grite o dé golpes
no hay desierto donde no crezcan algas
y no hay Copérnico y Descartes en las aulas.