Wednesday, January 21, 2009

París de noche

Un amigo fortuito me ha puesto la mente en un tiempo de mi vida en el cual todo era descisivo. Viajé a Europa para buscar unos textos de unos protoanarquistas del siglo XXVII y sobre todo, para buscarme a mí. Y me encontre entre la basura europea, la ocupación y la vida marginal (esto último en muchos sentidos... quizá también lo demás también en muchos sentidos).

Finalmente supe que la suerte estaba conmigo y que, a pesar de la nostalgia de mi otra piel (la que se formó en México y fui dejando enmedio de la noche en todas esas calles), el mundo se abría abriéndome.

finalmente volví a México y tengo una vida feliz sin negar nada de lo que soy, aunque entendiendo cómo todo ello va integrándose lentamente.

El amor es inexplicable y todo lo que inplica (por favor, nótese que no estoy en el lado cursi del amor), adquiere formas y vida, como la tierra en las flores "y las cosas mudas".


París fue la ciudad en la que más veces estuve. Martín se equivoca, si había estado allí, sólo que siempre solo y medio perdido (aunque toda la prepa tomé clases de frnaces, en eso sí tiene absoluta razón Martin, no hablo nada de esa lengua aunque me esfuerce, lo leo mejor).

En una noche por los campos eliseos me encontré una cajetilla de cigarros, cincuenta euros y una bolsa llena de torres eifell minuatura, ellas fueron los regalos que le traje a amigos y familia. Su significado: compartir mi buena suerte con ellos.

Martín me recordó no sólo la indigencia de mi apariencia, producto de mi catástrofe interior. También me recordó un periodo en que algunas de mis facultades despertaron como una patineta a mis pies. Es extraño. Ahora sé más cosas y gracias a esos momentos sé también qué hacer con todo eso.